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Cruz Pérez Cuéllar lanza campaña prevenir la violencia familiar

“Mukí míaa”, “Ghäank”, “asesinar” son la cima de la violencia familiar, la cual busca ser prevenida desde sus inicios por el Instituto Municipal de las Mujeres (IMM) en los pueblos originarios que habitan en Ciudad Juárez, a través de la traducción cultural del “Violentometro” a las lenguas chinanteca y rarámuri.





En marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, que se conmemora cada 9 de agosto, hoy fue presentado el material escrito en folletos, el cual será acompañado de talleres y mantas que se colocaran en sus comunidades.


Diana Linares, de la comunidad chinanteca, proveniente de Oaxaca, y Rosalinda Guadalajara Reyes, originaria de la sierra de Chihuahua y líder de la colonia Tarahumara en esta frontera, ambas colaboradoras del IMM, coordinaron la traducción de “Violentometro”.


Decir “yo soy víctima de violencia familiar es algo que da vergüenza”, tampoco saben que las bromas, los chantajes y los engaños son una alerta de la violencia familiar, dijo Linares, quien pertenece a una de las cinco agrupaciones chinantecas que habitan actualmente en la ciudad, en las que se encuentran aproximadamente 2 mil mujeres.


“Muchos de nuestros padres los casaron porque no sabíamos los derechos que teníamos como mujeres, dentro de la comunidad Chinalteca hasta el día de hoy no identificamos el violentómetro, decíamos es violencia, pero para los mestizos no para las mujeres indígenas”, señaló.


Ambas trabajaron en la traducción de los folletos con otras mujeres de sus comunidades. Rosalinda destacó que la traducción al rarámuri no fue un trabajo sencillo, ya que hay algunos términos que no existen en su lengua, pero buscaron la manera de darles sentido a las palabras.


La chihuahuense destacó la importancia de dar a conocer qué es violencia entre su comunidad, ya que muchas mujeres creen que deben aguantar los golpes, e incluso han llegado a abortar. Por ello, la prevención de la violencia de género es uno de los trabajos principales que hace Rosalinda en su colonia, en donde desde hace años no se detecta un solo caso.


Elvira Urrutia Castro, directora del Instituto, señaló que estas traducciones, que inicialmente se hicieron a la lengua rarámuri y chinanteca, vienen a romper con la discriminación que sufrían las mujeres al no tener acceso a la información.


“Ellas nos comentaron sobre la violencia que vivían, eran discriminadas desde que llegaban a la ciudad principalmente por el sistema educativo y las instituciones, entonces nos puso de inmediato un enfoque para dar atención, también no se enteraban de convocatorias porque existía una barrera de acceso que es el lenguaje, entonces ahí empieza el trabajo de hacer estos materiales”, explicó.


Actualmente habitan en la comunidad al menos 14 grupos originarios de distintos Estados del país, por lo que también se buscará llevar la información, primero en español, hasta todas las comunidades, dijo Rosalinda.

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