La producción de vacunas contra la COVID-19 podría atravesar un nuevo problema debido a la escasez de un componente fundamental: la arena. Esto se debe a que los viales o pequeños frascos para almacenar el antídoto se fabrican a partir de arena que es procesada y convertida en vidrio.
La inminente carencia de arena se muestra en los Estados Unidos, el cual es el principal proveedor de este recurso, pero actualmente cuenta con menos de mil minas de arena y grava.
Sumado a que la industria de la construcción usa unos 50 mil millones de toneladas de arena al año, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Pascal Peduzzi, científico climático del Pnuma, dio cuenta de este hecho en un reciente seminario web, al indicar la poca previsión que se ha tenido al respecto.
“Simplemente, pensábamos que la arena estaba en todas partes”.
“Nunca nos imaginamos que nos quedaríamos sin arena, pero está comenzando a suceder en algunos lugares”, añadió Peduzzi.
Los 50 mil millones de toneladas de arena al año representan un aumento de 300% con respecto a hace solo dos décadas, y todos los ríos del planeta necesitarían dos años para reemplazarlo.
Ese hecho despierta especial preocupación durante la pandemia, dados los miles de millones de viales y jeringas necesarios para que las vacunas lleguen a los brazos de todo el mundo.
Además, la demanda mundial de viales aumentará hasta en 2000 millones en los próximos dos años, de acuerdo con Stevanato Group, un fabricante italiano de estos productos.
En los Estados Unidos, solo tres empresas, Corning, Schott y Nipro Pharma Corporation, fabrican la mayoría de los tubos de vidrio farmacéuticos necesarios para viales y jeringas.
Afortunadamente, en medio de la pandemia, los principales productores están trabajando juntos para satisfacer la creciente demanda.
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